Aquélla vez estábamos abrazados
bordando la fotografía que recordara mañana,
de cómo éramos en esos días y lo que haríamos en los próximos minutos.
Tus pasos de noche me susurraban las luces de las tiendas
de harina tostada, maní callejero usada la ropa de
las músicas entre bares y dimes y diretes
de los anónimos pasantes de ese día cualquiera que con cautela
había querido seleccionar,
para nosotros.